es como un gran cristal derritiéndose.
La mañana se abre paso
entre la tinción parda de la noche
y un abanico de colores en el horizonte.
Me gusta sentarme y escribir a esta hora
cuando
el silencio se resquebraja
y un alud de sonidos rompe el mutismo.
El parpadeo de mis ojos parece
sacudir los árboles afuera.
El viento tiene un frío que
quiebra mis huesos...
Pero nada importa, solo sentarme y escribir
una y otra vez, uno y otro borrador.
Es el ritual del borrador,
uno tras otro,
palabras que se quiebran
mientras miro la ventana.
Podría hablar de ti
de mí, y de muchos otros.
Del recuerdo, del pasado
Y de este ahora a veces lóbrego,
a veces lleno de luz...
pero prefiero mi ritual mañanero
de no saber qué decir,
Al fin y al cabo
algún día sabré para qué
me siento tan temprano a escribir,
Paula Cruz Roggero
ResponderEliminarBonito poema
.
Saludos poéticos
Si son borradores, y salen así, desbordantes, imparables, imposibles de amputar, es que las musa se han pegado a tu vaho en la ventana
ResponderEliminarUn abrazo
Paula,
ResponderEliminarAquí conociendo tu espacio poético en la Web.
Encontré un muy buen tono en tus escritos.
¡Un abrazo!