me siento la única observadora,
la dueña de la aurora...
Es fácil que los recuerdos vengan a mí,
tiempos en los que amanecíamos juntos
sentados frente al mar.
A aquel mar omnipotente
que parecía festejar nuestros encuentros,
y nos saludaba con su brisa en la frente.
Tus manos engastadas de caricias
jugaban en la turgencia de mi pecho
recostada mi cabeza sobre
el cuenco de tus piernas.
Las horas estaban contraídas
y todo ocurría aceleradamente,
tus manos, tu boca, tu cuerpo
palpitaban junto a mí.
Ahora respiro mirando este amanecer
y los recuerdos añejados
van llegando de a poco
habiendo guardado su esencia,
su sabor...
pero el tiempo implacable
separó nuestros caminos
y sólo quedo yo sintiendo
que el alba es mía,
todos los demás son robadores de sueños
ladrones de un pasado que se dilata en el tiempo
para perdurar
aunque más no sea entre las sombras...
Paula Cruz Roggero
pero el tiempo implacable
separó nuestros caminos
y sólo quedo yo sintiendo
que el alba es mía,
todos los demás son robadores de sueños
ladrones de un pasado que se dilata en el tiempo
para perdurar
aunque más no sea entre las sombras...
Paula Cruz Roggero
Dejar que los recuerdos nos rescate puede ser muy terapéutico. Sobre todo cuando los sueños volaron.
ResponderEliminarUn abrazo