lunes, 3 de agosto de 2020

POEMA 183


La tarde perfora las sombras
filtra las últimas luces.
Fisurada deja ver los contrastes entre oscuridad y luz
Juego a la rayuela con sus claroscuros
Estoy embebida por su opacidad.
Nazco de la tarde,
soy hija de su sensación moribunda...
de su horizonte desteñido,
del trozo estéril que es su corazón.
Es un sueño atávico que me condena,
un pedacito entre las sombras
que me da filiación.
Pertenezco al mundo misterioso de su silencio
que repta por la habitación.
No puedo no, negarme a ella,
negarle mis palabras
estar ausente de su presencia.
Una hilera de sus letras
desfila frente a mí.
Marchan sus corsos coloridos
que pixelan el cielo.
Yo misma  me siento desdibujada.
Me adormezco en su vientre maternal
y sin darme cuenta la noche cae.

Paula Cruz Roggero


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